Esta Semana Santa, como las dos anteriores, nos hemos ido de misiones toda la familia. Hemos estado en San Rafael, Segovia, un pueblo precioso atravesado por la carretera Nacional VI.
Desde la tarde del sábado previo al Domingo de Ramos hasta el mediodía del
Domingo de Pascua de Resurrección unas 20 familias (con todos o casi todos los
hijos) algunos jóvenes, un sacerdote y una hermana (97 personas), comparten
durante casi nueve días su vida: ilusiones, esfuerzos, alegrías, experiencias,
emociones, fe, recuerdos... todo.
Si toca cocinar, se cocina para todos; si toca limpiar, se limpia para
todos; si toca divertirse se divierten todos. La convivencia es
espectacular.
Pero eso no es lo mejor ni lo más importante. Lo más importante es la
misión. La misión interior, interna y externa:
-Interior, con la que cada uno aprende, se acerca más a Dios, ora y recorre
su camino de conversión.
-Interna, con la que todos nos apoyamos y compartimos nuestra vida, nuestra
fe, oramos juntos y nos ayudamos a caminar hacia Jesús.-Externa, con la que apoyamos a la parroquia que nos acoge, asistimos a todos los oficios de Semana Santa, llevamos nuestra fe a los que aceptan escucharnos, oramos y pedimos por todos los que nos encontramos en nuestro camino, invitamos a los habitantes del lugar a actividades preparadas por nosotros o de la parroquia (incluyendo los oficios), damos testimonio de vida de familia que cree en Dios y que trata de seguirle lo mejor que puede.
Dicho todo esto, las Misiones Familiares han sido una delicia. El trabajo
para que todo estuviese al orden ha sido sencillo y llevadero, porque éramos
bastantes para realizarlo y porque colaborábamos con el único afán de que los
demás recibieran lo mejor que pudiéramos darles. Los tiempos de oración y vela
en presencia del Santísimo (siempre que era posible, claro) muy reconfortantes,
con motivaciones y cantos adaptados al evangelio diario. La misión puerta a
puerta y por las calles dio de todo, pero las mejores vivencias aquellas en que
nos acogieron con respeto, con cariño y en algunos casos hasta con ganas. La
gente de la parroquia nos dio un buen testimonio nos acogieron e integraron en
sus celebraciones.
Además vivir todo eso con tu esposa y tus hijos hace que los valores de
otra forma, que los quieras mucho más y que des muchas gracias a Dios por lo
maravilloso que es tenerlos a tu lado en todos esos momentos y
experiencias.
Más personalmente, me han hecho crecer en humildad y en confianza en Dios y
en María.
Fue muy curioso que el Viernes Santo, algo antes de las 12 del mediodía
empezase a nevar y el período de “mal” tiempo se extendiese hasta terminar el
sábado. El Domingo de Pascua de Resurrección hubo un sol radiante. Es como si
hasta el tiempo meteorológico quisiera que recordásemos que Jesús sufrió y
murió, pero que resucitó y nos salvó.
Así que me han gustado mucho. Aún se puede mejorar, dándose, y sobre todo
dándome, más.
1 comentario:
Me ha gustado mucho tu entrada
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